Fin de la primera parte

Llegó el día. Despertó con una extraña sensación, tal vez causada por el tequila de la noche anterior, o quizá porque sabía lo que ese día significaba para ella. Tras varios minutos remoloneando entre las sábanas, recordando fragmentos ocurridos pocas horas antes, se puso en pie. Miró a su alrededor y pensó que era hora de empezar a hacer la maleta o sino perdería el autobús.

No había sido un año fácil. Diez meses atrás había decidido buscar aires nuevos, dar un cambio a su vida, y en el fondo sabía porqué había elegido esa ciudad como su nuevo hogar aunque a veces intentara olvidarlo. Bajó la maleta de lo alto del armario y la puso encima de la cama. Abrió ambas puertas del armario y no pudo evitar soltar un suspiro. ¡Imposible meter todo esto en la maleta! Poco a poco fue sacando la ropa y colocándola encima de la cama, esa cama con la que al principio había tenido una relación de amor-odio pero a la que, al final, le había cogido cierto aprecio. Entre calcetines y camisetas recordó momentos vividos dentro de esas cuatro paredes; en esa habitación había reído, llorado, se había ilusionado y desilusionado, había compartido, se había encorajinado y, sobre todo, había reflexionado y aprendido a tomarse las cosas de diferente manera. Habían sido diez meses muy intensos, y todo a su alrededor le traía montones de recuerdos, era inevitable. Una chaqueta de punto, un vaquero... Fue una buena idea cambiar los muebles de sitio, después de todo, la distribución inicial dejaba bastante espacio sin aprovechar, pensó. Se dirigió al bolso y sacó de él un pintalabios de color carmín que había utilizado la noche anterior. De repente, se acordó de la primera noche en la ciudad. Aquella noche de Septiembre bañada por una tormenta de verano en la que la lluvia en el pelo, los iris dilatados a causa del mal vino y el carmín en los labios hicieron inmediato lo que hasta entonces era previsible. Pero aquello ya quedaba muy lejos... Tras un rato vacilando si meter o no la cazadora, dio por finalizado el equipaje.

Todavía quedaban muchas cosas por recoger pero eso lo dejaba para la mudanza. Se iba para volver, sí, pero al fin y al cabo el regreso iba a ser fugaz, quizá un día o dos repletos de cajas de cartón, bolsas y papeleo del nuevo piso. Además para Septiembre aún quedaban varios meses, aunque esa segunda parte tenía que ser diferente, se lo había prometido.

Mientras cerraba la maleta no pudo evitar emocionarse. Se despidió de sus compañeras de piso y puso rumbo a la estación. De camino, sentada en el bus urbano con la mirada fija en el exterior, recorrió media ciudad y viajó meses atrás. La esquina de los encuentros; la plaza en la que había sentido cómo los dedos de los pies y de las manos se le congelaban mientras intentaba convencer a un repeinado cincuentón que parecía tenerlo todo en la vida de que ayudara a los más necesitados; lo contenta que llegó a casa aquella tarde de lunes de Enero, calada hasta las rodillas a causa de la nieve que había caído, pero con un regalo inesperado que le habían comprado en esa tienda que ahora permanecía cerrada; las risas en la terraza, tomando cañas, y viendo pasar a desconocidos; el rincón en el que se besaron por última vez; la iglesia que le había enamorado a primera vista nada más llegar a la ciudad... Los ojos se le envidriaron y sonrió.

El balance era positivo. Diez meses duros, pero con muchos buenos recuerdos también. Se quejaba, pero en el fondo sabía que era esa manía de buscar continuamente cosas nuevas lo que le mantenía despierta. Llegó a la estación, se subió al autobús y sintió que la primera etapa de esa carrera que comenzó en Septiembre había llegado a su fin.

Había dado siempre todo de sí misma y había sabido enfrentarse a los problemas lo mejor que había podido, intentando aprender continuamente de sus errores, lo que le hizo sentirse bien. Un tiempo bien aprovechado, pensó. Conectó su mp3 y se abandonó al baile de melodías. Aún le quedaban cuatro largas horas de viaje.


6 Chapoteos:

Rous 29 de junio de 2009, 7:33  

Que emotivo Elena¡ Espero que la segunda etapa sea buenérrima :*

Descubrí tu blog hace días... :P

Un besote guapa

Diego 29 de junio de 2009, 12:19  

Un besote enorme Ele Glez.

Y que pases un buen "interciclo"

Elbereth 29 de junio de 2009, 13:20  

Joooo
Yo no sabía que te ibas ya (aunque por otro lado tiene sentido)
Cuando dices que vuelves??
Un super beso, guapísima. Ha sido un placer irte conocienod poco a poco estos meses (y currar un poco contigo también).

Eres guay, Elenita.

Me gusta mucho lo que has csrito.

Muas!

Muu 29 de junio de 2009, 14:53  

Ya estoy deseando conocer la segunda parte, pero estoy convencido de que entre medias habrá algún que otro corto interesante.

Un besazo reinosiana.

ROCÍO 1 de julio de 2009, 15:51  

Duros, intensos, alocados, calmados...De todo, ¡eso lo sabemos bien!

El segundo acto en diferente contexto y con diferentes emociones será mucho mejor^^

Muakiss!

Marina de Luna 12 de julio de 2009, 12:57  

Muá!

"Te acariciaba el viento de poniente, te llevó a la arena bañada en salitre..."